Con todo y que no tenía carácter –su hermano Maximino lo llamaba El Mantecas y bistec sin ojos- durante su mandato Manuel Ávila Camacho promovió la reconciliación y la unidad nacional y mandó traer del destierro a Plutarco Elías Calles, a Tomás Garrido Canabal, a Gonzalo Escobar y los junto al lado de Lázaro Cárdenas, Emilio Portes Gil, Abelardo Rodríguez. Y junto con ellos se reactivo a muchos otros personajes de menor peso que en algún momento de sus vidas se confrontaron con el representante del poder en turno.
Reconciliación
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Raúl Hernández Moreno
Con todo y que no tenía carácter –su hermano Maximino lo llamaba El Mantecas y bistec sin ojos- durante su mandato Manuel Ávila Camacho promovió la reconciliación y la unidad nacional y mandó traer del destierro a Plutarco Elías Calles, a Tomás Garrido Canabal, a Gonzalo Escobar y los junto al lado de Lázaro Cárdenas, Emilio Portes Gil, Abelardo Rodríguez. Y junto con ellos se reactivo a muchos otros personajes de menor peso que en algún momento de sus vidas se confrontaron con el representante del poder en turno.
Puso así punto final a las confrontaciones Calles-Abelardo, Portes Gil-Gonzalo Escobar, Calles-Cárdenas. Ciertamente vivíamos la segunda guerra mundial y se requería de la unidad nacional, pero bien pudo voltear la mirada a otro lado y no hacer nada al respecto, pero en cambio optó por la unidad y la reconciliación.
México era tan grande –tenía una población de 22 millones de habitantes- que cabían todos. Y en ese proyecto todos aportaban algo.
Pues bien, al senador Américo Villarreal le corresponde alentar la reconciliación entre los tamaulipecos para que Tamaulipas vuelva a ser un estado de derecho.
Habrá quien no quiera sumarse porque sus intereses los acercan con el PAN o son de otro tipo.
En el proyecto de Américo, el proyecto del Presidente, de AMLO, todos caben. Todos tienen algo que aportar para que Tamaulipas salga del letargo y corrupción en que lo tiene el cabecismo, que 5 años le fueron suficientes para lograr lo que al PRI le costó 87.
Desde que se oficializó la candidatura de Américo, los principales personajes del morenismo se han sumado, e igual ha ocurrido con elementos más modestos que ya le dieron vuelta a la página. La competencia interna ya paso, solo se podía elegir a un candidato y ya se hizo, la democracia es así.
En otro tema, hace casi un año, el 26 de diciembre, a los panistas les toco tragar sapos sin hacer gestos, cuando el gobernador les impuso a Yahleel Abdala como su candidata a la presidencia municipal.
De la noche a la mañana, Yahleel dejo de ser orgullosamente priista para convertirse en orgullosamente panista. Y para imponerla, se manejo la narrativa de que era una triunfadora, a pesar de que en sus hombros cargaba dos derrotas contundentes: en el 2018 no ganó la senaduría ni de mayoría ni de primera minoría y por primera vez en la historia de Tamaulipas relegó al PRI al tercer lugar. Luego, en el 2019, impuso un segundo record, al mandar al PRI, en su calidad de dirigente, al peor resultado en elecciones estatales, al obtener 87 mil votos y en comparación en el 2010 había conseguido 678 mil.
A pesar de esas derrotas aplastantes, a los panistas no les quedó otro remedio que apoyarla, o al menos simular que lo hacían, y Yahaleel no solo los llevó a la derrota sino que además los arrastró a una campaña con la que pretendió ganar en los tribunales lo que no gano en las urnas.
Durante casi cuatro meses, el PAN quiso hacer convencer a sus correligionarios y a la ciudadanía, que con el apoyo del gobierno del estado era posible modificar los resultados y que el IETAM les alzara la mano, pero el organismo no cedió.
Yahleel no supera la derrota de este año y se empeña en golpear a la presidenta municipal Carmen Lilia Canturosas cada vez que puede. Golpea así a Nuevo Laredo y a su “bendito pueblo”, como lo llamaba su señor padre, ese si una gran persona y un señorón. Así va estar nueve meses más, salvo que alguien la frene.