Guadalajara, Jalisco a 13 de agosto de 2023.- Aspirantes al bautismo deben creer de todo corazón, en Dios y en Jesucristo su Hijo, así como también en las Sagradas Escrituras, en la Elección Apostólica, en la importancia de dejar la vida pasada y recibir los consejos de los ministros.

El efecto santificador de este acto sagrado es inmediato tras la invocación del Nombre de Jesucristo por un ministro facultado por la autoridad apostólica.

En su primera predicación multitudinaria, que convirtió a la fe a unas tres mil personas, el Apóstol Pedro habló en los siguientes términos a los judíos que entendieron que eran la causa por la que Cristo murió: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:38).

Antes de la celebración de los primeros bautismos en la Iglesia primitiva, el Señor Jesús habló en varias ocasiones sobre el tema. Lo hizo en su conversación nocturna con Nicodemo, a quien dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Ante la incomprensión de aquel rabino, principal entre los judíos, el maestro de Nazaret le explicó con más detalle: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5).

El Señor Jesús no se refería al nacimiento natural, sino al nacimiento espiritual para una vida nueva. Y así como el nacimiento humano es el comienzo de la vida del hombre, el bautismo es el comienzo de la vida espiritual del creyente.

El término bautismo procede del griego “baptizo”, que significa sumergir. Y esto es justamente lo que hace el oficiante al bautizar: sumerge totalmente al aspirante dentro del agua, lo que significa sepultar al viejo hombre, viciado conforme a los deseos engañosos, para que al salir del agua emerja a una vida nueva, tal como lo dijo el apóstol Pablo: “Porque por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva” (Romanos 6:4).

El bautismo es la muerte y el adiós a la antigua vida del convertido, y la resurrección a una vida en Cristo, para que como nueva criatura busque por la fe las cosas de arriba (Colosenses 3:1).

Cuando el creyente es lavado por la sangre de Cristo en el bautismo, queda integrado espiritualmente al cuerpo de Cristo, y adquiere por misericordia el derecho a todas las bendiciones, entre ellas, la bendición de participar de la Santa Cena instituida por el Hijo de Dios en memoria de su muerte.

En la Santa Convocación 2023, miles de creyentes de diferentes partes de México han decidido, en forma libre, voluntaria y consciente bajar a las aguas del bautismo, sin coacción ni presiones externas.

Este domingo 13 de agosto, los diáconos autorizados para invocar el Nombre de Jesucristo, así como los aspirantes a recibir el bautismo, llegaron a la sede situada en la colonia Bethel de Guadalajara, donde se efectuaron los bautismos conforme a la doctrina cristiana, creando un ambiente de gozo espiritual.

Desde hoy, los fieles bautizados forman parte del cuerpo de Cristo, y mañana se sentarán a la Mesa del Señor para participar de acuerdo con la voluntad de Dios del pan y del vino, bendecidos con autoridad apostólica.

Con los bautismos celebrados este día queda constancia de que, conforme a la promesa de Dios a su enviado, este pueblo sigue de triunfo en triunfo.