Julio 17, 2024

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Armando Maya Castro: RESISTENCIA AL CAMBIO

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La mayoría de los seres humanos nos resistimos al cambio. Somos muy dados a rechazar las nuevas maneras de ser y de pensar con el propósito de ser mejores en familia y en sociedad, así como para ser más productivos en el ámbito laboral. Nos sentimos incómodos al tener que cambiar nuestros viejos hábitos, aunque éstos sean a veces nocivos o perjudiciales.

RESISTENCIA AL CAMBIO

Armando Maya Castro

La mayoría de los seres humanos nos resistimos al cambio. Somos muy dados a rechazar las nuevas maneras de ser y de pensar con el propósito de ser mejores en familia y en sociedad, así como para ser más productivos en el ámbito laboral. Nos sentimos incómodos al tener que cambiar nuestros viejos hábitos, aunque éstos sean a veces nocivos o perjudiciales.

La pandemia de COVID 19 nos enseñó que hay momentos en la vida que se tiene que cambiar para poder sobrevivir. En ese tiempo, las sociedades de todas las naciones tuvieron que sacar lo mejor de sí mismas, y cambiar muchas cosas para evitar el contagio de un virus que por varios meses se vió como sinónimo de muerte.

La incertidumbre y el miedo a lo desconocido nos hizo cambiar muchas cosas: cambiamos al no salir de casa por algún tiempo, al comprar más por Internet, al practicar el teletrabajo, al reducir en la medida de lo posible el traslado a los centros de trabajo. Cómo olvidar que algunas actividades se detuvieron, otras cambiaron, lo que nos llevó a modificar la rutina y la forma de interactuar con los demás. Por seguridad sanitaria, nuestros hijos también cambiaron la forma de tomar clases.

Quedó atrás la emergencia sanitaria y muchos de nosotros, ya sin la angustia y el miedo que nos generó el coronavirus, hemos retornado a los viejos hábitos. Otros convertimos el comportamiento de ese tiempo en nuestra zona de confort, a pesar de saber que la nueva normalidad exige cambiar sin ponernos limitantes.

Algunos aseguran que el ser humano se resiste a cambiar porque es perezoso, y porque cualquier cambio implica un esfuerzo que muchas de las veces se quiere evitar. Esta actitud es, para algunos, un mecanismo de defensa que se promueve a través del miedo a perder lo que tenemos “seguro”. “Los únicos que aceptan gustosos el cambio son los bebés, cuando necesitan otro desechable”, afirma haber escuchado en cierta ocasión Israel Guarneros, autor del libro “Más competitivas que pequeñas: Imagen corporativa a la medida de su empresa”.

Cuando llega la propuesta de cambiar para mejorar, infinidad de personas tienen a flor de labios la frase: “vale más malo por conocido que bueno por conocer”. Esta expresión tan trillada significa que no es conveniente arriesgar lo supuestamente seguro por algo mayor en apariencia, pero cuya pertenencia puede ser dudosa.

Sobre el tema en cuestión, Samuel Stamateas escribe en su libro “Lidera tu vida: claves para liberar tu poder”: “Hay gente que insiste en seguir adelante con aquello que ya no le sirve más y muchas veces esa obsesión la priva de experimentar nuevas y grandes oportunidades.”

Esta resistencia a cambiar es una actitud negativa hacia una necesaria transformación, ya sea en las personas, en las situaciones o en las cosas. El cambio es necesario para el crecimiento personal y profesional, resistirnos a él por creer que representa una amenaza, nos impedirá avanzar hacia el siguiente nivel de éxito, satisfacción y confianza.

Twitter: @armayacastro

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