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Por Armando Maya Castro: EL OCASO DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS

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Ayer se cumplieron 215 años de que Pío VII, el primer papa de la Edad Contemporánea, excomulgó en Roma a Napoleón I, el emperador francés que tuvo bajo su dominio a casi toda Italia, con excepción de los Estados Pontificios.

EL OCASO DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS

Por Armando Maya Castro

Ayer se cumplieron 215 años de que Pío VII, el primer papa de la Edad Contemporánea, excomulgó en Roma a Napoleón I, el emperador francés que tuvo bajo su dominio a casi toda Italia, con excepción de los Estados Pontificios.

Fue así como el 27 de marzo de 1808 pasó a la historia como la fecha en que Napoleón Bonaparte fue separado de la comunión de la Iglesia católica, quedando privado, entre otras cosas, de la eucaristía y demás sacramentos católicos.

La respuesta airada de Napoleón no se hizo esperar y ordenó el arresto del pontífice romano, privándolo de su libertad por espacio de cinco años. El tiempo de su reclusión en Savona fue empleado por el emperador francés para anexionarse todos los territorios de la sede papal, impulsado por el afán de consolidar su régimen en toda Europa.

Para entender el porqué de la excomunión de Napoleón, necesitamos remontarnos al tiempo en que tuvo lugar la Donación de Pipino el Breve, en 756. Ese año, el rey de los francos cedió al papa Esteban II “los territorios de Ravena, Boloña y Ferrayra (...), sobre los que se crearían los Estados Pontificios y el poder temporal del papado”. El máximo jerarca del catolicismo se convirtió así “en el primer jefe del papado en ser un príncipe temporal sobre un enorme territorio feudal que se extendía desde el Mar Adriático hasta el Mar Tirreno”.

Con la cesión en comento, Pipino agradece al papa Esteban II su solemne coronación en la basílica de Saint-Denis, una ceremonia acaecida el domingo 28 de julio de 754, así como la concesión de los títulos de rey de los francos y patricio de los romanos.

Es importante señalar que la Donación de Pipino “proveyó una base legal para la formación de los Estados Pontificios, que extendían el poder temporal del papa más allá de la Diócesis y el Ducado de Roma”.

Carlomagno, hijo de Pipino y de Bertrada de Laon, coronado emperador en el año 800, confirmó y renovó en el 774 la donación que su padre había hecho al papado, aumentándola con ciudades y territorios nuevos. Además, “eliminó el dominio de los longobardos de Italia (774), se apoderó de Lombardía y se convirtió en poderoso protector militar del papa, el cual, a su vez, se convirtió en su protector espiritual”, refiere Simon Dubnow en su obra “Historia universal del pueblo judío”.

Antes de la acción de Napoleón Bonaparte, los Estados de la Iglesia se vieron amenazados por monarcas como Berengario II, rey de Italia; así como por Federico II, rey de Sicilia y Jerusalén, y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Arnaldo de Brescia pidió “que el papa depusiera todo poder temporal. y que él mismo y el resto del clero entregaran sus posesiones territoriales.”

El 20 de septiembre de 1870 tuvo lugar el ocaso de los Estados Pontificios bajo el papado de Pío IX, poniendo fin al reinado de mil años de los papas-reyes. De la fecha antes mencionada al 11 de febrero de 1929, el papa no tuvo territorio físico alguno. Le correspondió al dictador italiano Benito Mussolini y al papa Pío XI, la creación del Estado de la Ciudad del Vaticano, esto mediante la firma de los Pactos Lateranenses (Pacto de Letrán). Dicho acuerdo hizo posible la devolución a la Iglesia católica de las 44 hectáreas de superficie del Vaticano, dándole al mismo tiempo soberanía e independencia legal.

Twitter: @armayacastro

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