Julio 18, 2024

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Por Armando Maya Castro: LO MÁS FÁCIL

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Algunas sociedades suelen reaccionar con rechazo ante cualquier creencia, costumbre o actitud que se encuentren fuera de lo que algunos llaman norma.

LO MÁS FÁCIL

Por Armando Maya Castro

Algunas sociedades suelen reaccionar con rechazo ante cualquier creencia, costumbre o actitud que se encuentren fuera de lo que algunos llaman norma.

Me refiero, claro está, a las sociedades que, pasando por encima de las leyes y los derechos humanos juzgan con dureza extrema a los demás, sin conocer su trayectoria y la realidad de las cosas.

Esta discriminación no es privativa de nuestro tiempo; es antiquísima, y a través de las edades ha generado conflictos que han sido causa de dolor y muerte de muchas personas. Lo fue sobre todo en los tiempos en que la inquisición persiguió sistemáticamente a las personas y grupos que la religión romana etiquetó como herejes, por poner en duda los dogmas católicos.

Las cosas serían distintas si las diferencias religiosas se resolvieran mediante una cultura de respeto pleno a la diversidad, un valor que es componente indispensable para la paz social y la convivencia armónica.

Conviene dejar en claro que las ideologías y religiones que han sido rechazadas en varios momentos de la historia tienen derecho a existir, y sus adeptos merecen vivir sin ser tratados con violencia.

Sin embargo, abundan las personas y grupos empecinados en etiquetar como un peligro lo diferente, olvidándose de que son las personas las que deben decidir qué creencias tener, y que en la adopción de las mismas nadie puede interferir.

Este proceder intolerante fue normal y hasta legal en el medievo, pero hoy por hoy existen leyes y tratados internacionales que garantizan la libertad, estableciendo que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión…”. Con base en esta libertad, ninguna religión debería ser inquietada ni perseguida, mucho menos aquéllas cuyo aporte a la sociedad ha sido positivo en los ámbitos espiritual, social y material.

A pesar de estos ordenamientos, creados para suprimir cualquier manifestación de violencia por motivos religiosos, los ataques a la fe son una constante en México y en diferentes partes del mundo

Los causantes de este tipo de embestidas son las personas intolerantes que desconocen el derecho que los seres humanos tienen a ser tratados por igual, con independencia de sus convicciones religiosas.

Por lo regular, estas personas y grupos hablan de lo que no han visto; condenan basados en lo que la gente resentida afirma, sin conocer de cerca a quienes son criticados con dureza extrema. El mejor ejemplo de esta intolerancia son las calumnias contra los judíos en la Edad Media, a quienes se atribuyeron delitos que los descendientes de Abraham nunca cometieron, como por ejemplo la violación de las hostias y el asesinato de niños con fines rituales..

A veces la intolerancia procede de personas resentidas en contra de una Iglesia, lo que los lleva a hablar como si fuesen poseedores de la verdad, evidenciando con su comportamiento una lamentable carencia de valores.

Antes de concluir deseo señalar que la gente de nuestro tiempo ha hecho siempre lo más fácil porque no puede hacer lo más difícil. ¿A qué me refiero en concreto? A lo que dijo Tales de Mileto en su tiempo: “La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos; la más fácil es juzgar a los demás”.

Concluyo esta reflexión recordando las palabras sabias de Jesús de Nazaret, plasmadas en la Biblia, específicamente en Juan 7:24: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.

Twitter: @armayacastro

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