Era predecible que la reforma eléctrica no pasara. Tan así se veía que el mismo domingo llegó a la Cámara de Diputados la reforma a la Ley Minera, para reafirmar la propiedad del Estado sobre el litio.
Resultado predecible
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Raúl Hernández Moreno
Era predecible que la reforma eléctrica no pasara. Tan así se veía que el mismo domingo llegó a la Cámara de Diputados la reforma a la Ley Minera, para reafirmar la propiedad del Estado sobre el litio.
¿Triunfo histórico de la oposición? Para nada. Ya estaba visto que así ocurriría y el tiempo dirá si este resultado fue una jugada maestra del Presidente Andrés Manuel López Obrador para exhibir lo robotizados que están los diputados de oposición, que no hubo uno solo que disintiera. Todos actuaron conformes a un guión escrito por Alejandro Moreno y Marko Cortés. Ni uno solo disintió. Y lo mismo ocurrió con los diputados aliados del gobierno. Tenemos un Congreso robotizado.
Con el rechazo de la oposición, le dan oxigeno al gobierno para que pueda pactar con los Estados Unidos, donde hay mucho enojo ante una eventual reforma legal para retirar a empresas que hoy participan en la generación de energías limpias.
Con el rechazo le dan al Presidente argumentos para que justifique en México la cancelación de la reforma energética y de paso pueda negociar con el país del norte. AMLO debe estar contento de que gracias a los opositores, por el momento se apaciguan los ánimos con los estadounidenses.
El rechazo de la oposición sirve para alejar el fantasma de la negociación política de la oposición. Si con la reforma energética de Peña Nieto se pactó entregarle Tamaulipas al PAN en el 2016, ahora se aleja el fantasma de que Morena cedería Hidalgo al PRI, a cambio de autorizar la reforma de AMLO.
La votación del domingo también confirma que el Presidente pudo dedicarse los últimos meses a conseguir lealtades entre los diputados opositores, mediante la compra de conciencias y mediante amagos legales, y sin embargo no lo hizo.
Aquí en Tamaulipas, el gobernador Francisco García lanzó cañonazos de billetes –se habla de 3 millones de pesos- para comprar lealtades de cuatro diputados de Morena para hacerse del control del Congreso. Igual pudo hacerlo AMLO y sin embargo no lo hizo, lo que bien puede ser parte de una estrategia planeada. El sabía que la reforma no pasaría y es posible que él quisiera que eso pasara. Que nadie se diga sorprendido.
Cuando la reforma energética de Peña Nieto se juro y se perjuro que serviría para bajar el precio de la electricidad en beneficio de las familias. Nada de eso paso. Seguimos pagando las tarifas caras de siempre, sobre todo en los estados con altas temperaturas en primavera y verano. El PRI, con el PAN de aliado, nos engaño.
La reforma de AMLO ofrecía lo mismo de Peña, pero al no aprobarse ya no estamos en condiciones de ver si la oferta era en serio, o era una simple estrategia para garantizar su aprobación. Y es ahí donde millones de usuarios de la CFE se quedan molestos, enojados, encabronados. Vamos a seguir pagando tarifas caras. La oposición mandó al carajo a los usuarios, haiga sido como haiga sido.