Estoy totalmente convencido de que en todo tiempo México ha necesitado políticos con una trayectoria honesta, que hagan lo que dicen cuando están en campaña, que miren por el bienestar del pueblo y no sólo por sus propios intereses.
LENGUAJE SOEZ EN LA POLÍTICA
Por Armando Maya Castro
Estoy totalmente convencido de que en todo tiempo México ha necesitado políticos con una trayectoria honesta, que hagan lo que dicen cuando están en campaña, que miren por el bienestar del pueblo y no sólo por sus propios intereses.
Sé muy bien que nuestro país ha tenido buenos políticos y gobernantes en el pasado. Menciono a continuación algunos de los mejores presidentes de México: Benito Juárez, creador de los principios de laicidad y de separación del Estado y las Iglesias; Sebastián Lerdo de Tejada, quien elevó a rango constitucional las Leyes de Reforma; Francisco I. Madero, el político y empresario que puso fin a la prolongada dictadura de Porfirio Díaz; Lázaro Cárdenas, quien impulsó y llevó a cabo la Expropiación Petrolera y la creación de Pemex; Adolfo López Mateos, creador de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos.
Nuestro país merece en todo tiempo gobernantes como los antes mencionados, que gobiernen para todos, sin distingo de colores. Merecemos una clase política de la que nos sintamos altamente orgullosos, que en sus declaraciones hablen con la verdad y empleen un discurso propositivo, dejando de lado las descalificaciones cargadas de majaderías.
Lamentablemente, de un tiempo a la fecha es lo que escucha todos los días la ciudadanía en los medios electrónicos de comunicación y también en las redes sociales, como si las vulgaridades y los insultos fueran el alimento que necesitan los ciudadanos de nuestro querido México.
El problema es que los políticos que aspiran a ser candidatos de alguna coalición que les permita contender por la Presidencia de la República, creen que su discurso soez y violento, exento de propuestas y que va tras la emoción y los estados de ánimo, es del agrado del público.
Y puede ser que sí haya entre los habitantes de México personas que aplaudan el léxico de los políticos mal hablados, pues, dice bien el dicho, “de todo hay en la viña del Señor”. Sin embargo, se debe tener presente que las declaraciones políticas son escuchadas no sólo por los simpatizantes de tales políticos, sino por todo un pueblo que es digno de campañas que se sitúen en otro nivel.
En mi opinión, las leperadas evidencian escasez de imaginación e ideas, falta de conocimiento de los receptores del discurso político, sin que eso implique coartar la libertad de expresión de los autores del mismo.
Y ante esto surgen las preguntas obligadas derivadas del tema: ¿cómo hemos llegado hasta este punto? ¿Dónde quedaron los políticos de ayer, con dotes de oratoria fina, que en sus mítines utilizaban un lenguaje propositivo y respetuoso?
Conforme pasa el tiempo, parece que los políticos con elegancia en el léxico son menos. Sí los hay, pero no tantos como en el pasado. Hoy parecen ser una especie en peligro de extinción. Lo de ahora es el insulto y la guerra sucia, ya no la confrontación de ideas.