El asesinato de los sacerdotes Javier Campos Morales, de 78 años de edad, y Joaquín César Mora Salazar, de 80, ambos de formación jesuita, dio mucho de que hablar en medios de comunicación y en redes sociales en la recta final del mes de junio del año 2022.
Por Armando Maya Castro
A UN AÑO DEL ASESINATO DE SACERDOTES JESUITAS
El asesinato de los sacerdotes Javier Campos Morales, de 78 años de edad, y Joaquín César Mora Salazar, de 80, ambos de formación jesuita, dio mucho de que hablar en medios de comunicación y en redes sociales en la recta final del mes de junio del año 2022.
Los clérigos católicos fueron asesinados por José Noriel Portillo Gil, alias "El Chueco", presunto jefe de plaza del cártel de Sinaloa, y quien al parecer fue encontrado sin vida el pasado 21 de marzo en una brecha del municipio de Choix, en Sinaloa.
El lugar en que tuvo lugar el crimen de los misioneros católicos fue el interior del templo de San Francisco Javier, en el poblado de Cerocahui del municipio de Urique en el estado de Chihuahua, situado en la Sierra Tarahumara, donde los clérigos prestaban su servicio sacerdotal en favor de las comunidades rarámuris.
De acuerdo con información de la Fiscalía de Chihuahua, difundida por diferentes medios de comunicación, los misioneros caídos fueron víctimas del ataque del narcotraficante por presuntamente brindar protección al guía de turistas Pedro Palma, quien fue también asesinado dentro del recinto católico.
¿Cuáles fueron las reacciones después de los sangrientos hechos? La Iglesia católica criticó acremente la estrategia de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador, y pidió que se revise. En clara alusión a la política amlista de “abrazos no balazos”, el sacerdote Javier Ávila, líder religioso de la comunidad rarámuri en Cerocahui, dijo en misa a sus fieles: “Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”.
Por su parte, el papa Francisco unió también su voz al alud de declaraciones, y desde el Vaticano se mostró consternado al tiempo de condenar a ejecución de los religiosos jesuitas en los siguientes términos: “Expreso mi dolor y consternación por el asesinato en México (...) de dos religiosos, mis hermanos jesuitas, y un laico. Tantos asesinatos en México”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador respondió así a estas y otras críticas de algunos integrantes de la Iglesia católica en México: ¿Qué quieren entonces los sacerdotes, que resolvamos los problemas con violencia? ¿Vamos a desaparecer a todos? ¿Vamos a apostar a la guerra?
Ya encarrilado, el mandatario mexicano arremetió contra sus críticos religiosos, a quienes calificó de hipócritas: “¿Por qué no actuaron cuando Calderón de esa manera? ¿Por qué callaron cuando se ordenaron las masacres, cuando se puso en práctica el ‘mátalos en caliente’, cuando se decía a los altos mandos del ejército ‘ustedes hagan su trabajo y nosotros nos encargamos de los derechos humanos’? ¿Por qué esa hipocresía?”, cuestionó.
En el marco del primer aniversario de este sangriento suceso, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la Compañía de Jesús y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM), han convocado, “en memoria de todas las víctimas de la violencia, a una ‘misa especial’ para el próximo 18 de junio, y dos días después, el día 20, un ‘repicar de campanas’ en todos los templos del país”.
El comunicado en cuestión refiere que el asesinato de los dos religiosos jesuitas “nos sacude profundamente y convoca a múltiples acciones, más aún porque todavía no hay justicia, para ellos y para tantas personas que han sido y son víctimas de la violencia, y añade: “ya son años de injusticia e impunidad en México”.
Las declaraciones y acciones de la CEM, la CIRM y la Compañía de Jesús, aunque su propósito no sea levantar polvareda política, seguramente la levantarán, lo que en mi opinión será capitalizado por los políticos que tienen la mira en las elecciones presidenciales del 2024.
Twitter: @armayacastro