Es lamentable que hasta ahora los seres humanos no hayamos sido capaces de desarrollar una cultura de respeto a los derechos humanos de los migrantes, que deben recibir en cualquier país del mundo un trato acorde a su dignidad como personas.
CULTURA DE RESPETO A LOS MIGRANTES
Por Armando Maya Castro
Es lamentable que hasta ahora los seres humanos no hayamos sido capaces de desarrollar una cultura de respeto a los derechos humanos de los migrantes, que deben recibir en cualquier país del mundo un trato acorde a su dignidad como personas.
Esto es urgente si es que deseamos ver el fin de tantos atropellos contra las personas de ambos sexos y de diferentes edades que se ven obligadas a migrar de sus países de origen en busca de mejores condiciones de vida.
El trabajo informativo en medios de comunicación y redes sociales nos permiten conocer los sucesos adversos de un sinnúmero de migrantes alrededor del mundo. Sufren los migrantes mexicanos y centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos, pero también aquellos que pasan por Libia en su viaje hacia algún país de Europa en busca de refugio, teniendo que realizar un cruce marítimo altamente peligroso a través del Mediterráneo.
La Unión Europea (UE) y sus Estados miembros han adoptado una serie de medidas para proteger a los migrantes y hacer frente a la situación de vulnerabilidad de éstos en la ruta del Mediterráneo central, así como a los problemas que enfrentan cuando logran llegar al país de destino. Aunque estos esfuerzos son dignos de reconocimiento, tenemos que aceptar que no han sido insuficientes para ponerle fin al sufrimiento de estas personas, ocasionado por males como la xenofobia, la discriminación racial, la delincuencia organizada y otras formas de intolerancia.
Y lo digo porque con frecuencia nos enteramos del sufrimiento de los migrantes y solicitantes de asilo en él también llamado “mar Nuestro”, una situación que los estudiosos del tema han calificado como tragedia humanitaria. De 2014 a la fecha, más de 20 mil personas se han perdido en el mencionado mar sin dejar rastro.
Insisto en la urgencia de que los gobiernos de los países mediterráneos trabajen más y mejor en el diseño de estrategias y acciones que permitan minimizar en la medida
de lo posible los riesgos de los migrantes en su travesía a través del Mediterráneo. Y lo más importante, trabajar en la búsqueda y rescate de migrantes en las aguas mediterráneas.
Analicemos ahora sí el caso específico de México, en donde se requieren acciones urgentes orientadas a la creación de políticas públicas que permitan minimizar los riesgos de los migrantes de paso por nuestro país, tomando en cuenta los antecedentes dolorosos de violencia en su agravio.
Y no hablo sólo de casos del pasado, como la llamada masacre de San Fernando durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, sino también de lo que ocurre actualmente con la población migrante en tránsito por nuestro país.
Hoy en día, a pesar del trabajo que realizan las autoridades para protegerlos, siguen dándose atropellos contra las personas que pasan por México en busca del llamado “sueño americano”. Hablo de asaltos, robos, violaciones, secuestros, amenazas, extorsiones, encarcelamientos, etcétera.
Los autores de estos atropellos no siempre son integrantes de algún cártel del crimen organizado, sino también personas y grupos con inaceptables sentimientos y pensamientos xenófobos, que sin ninguna razón han llegado a considerar a los extranjeros en México como una amenaza a la seguridad y economía de nuestro país.