Mahatma Gandhi, ese “faquir medio desnudo”, que logró la independencia de la India, nos legó una historia de vida y muchas, pero muchas, frases llenas de sabiduría. Una de ella tiene que ver con la presencia de los tiranos.
Los tiranos, al final caen
Tiempo de opinar
Raúl Hernández Moreno
Mahatma Gandhi, ese “faquir medio desnudo”, que logró la independencia de la India, nos legó una historia de vida y muchas, pero muchas, frases llenas de sabiduría. Una de ella tiene que ver con la presencia de los tiranos.
“Cuando desespero recuerdo que a lo largo de la historia siempre han triunfado la verdad y el amor. Ha habido tiranos y asesinos que durante un momento pueden parecer invencibles, pero al final siempre caen. Piensa en ello, siempre”.
Pues bien, desde que tomaron posesión los 10 presidentes municipales y los 18 diputados locales surgidos de Morena, el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca no ha cesado de hostilizar y golpear a los opositores.
Que lo haga no tiene nada de raro, pues cuando asumió la guberantura lo primero que hizo fue presionar y perseguir a los tres principales activos del PAN, a los personajes que le podían hacer sombra: Leticia Salazar, Carlos Canturosas y Maki Ortiz. Se los acabo, al menos temporalmente.
El primer día que los 18 diputados electos de Morena y los 2 del PT tomaron protesta, dos se fueron al PAN, atraídos por los “cañonazos” del cabecismo.
En el caso del ayuntamiento de Nuevo Laredo, primero se negó a que los neolaredenses fuesen vacunados contra el Covid en territorio mexicano, con vacunas donadas por los Estados Unidos y envió a personal de Coepris a no permitirlo. Luego despojo al Municipio de seis centros comunitarios, construidos con recursos municipales, los que fueron tomados por asalto por policías estatales.
En Reynosa, policías estatales pretendieron entrar por la fuerza a las oficinas del Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, Armando Zertuche Zuani, con el pretexto de que habían penetrado delincuentes a los que perseguían.
En el Congreso veto siete leyes aprobadas por Morena que pretendían limitar algunas de sus actuaciones. También se negó a asistir a la ceremonia de apertura del nuevo período legislativo, tradición que data de hace muchísimos años.
Para el gobernador el Congreso no existe y si por él fuera lo desparecería, como lo hizo Victoriano Huerta en 1913, al desparecer la Cámara de Diputados y encarcelar a muchos diputados.
A las embestidas contra Morena, ahora el gobierno del estado tomó las instalaciones de Tránsito en Victoria y Nuevo Laredo, con el pretexto de que están infiltradas por la delincuencia, pero todo parece más parte del revanchismo político contra Morena, por haberlo humillado en las urnas, el año pasado.
Para los morenistas debe ser preocupante tener un gobernador que encarna en uno solo lo peor de Maquiavelo, Fouche y Richelieu. Apenas han pasado cuatro meses de los cambios en el Congreso y en los 10 municipios y parece eterno tener que esperar casi 8 meses más de acciones irracionales, alimentadas por el odio y el rencor, pero finalmente Cabeza va a caer.
Ni siquiera el hipotético triunfo de César Verástegui garantiza la permanencia del cabecismo en Tamaulipas. En la silla gubernamental solo hay espacio para un par de nalgas. Y nada más.
El próximo gobernador, sea quien sea, va a poner distancia con el cabecismo. Como lo hizo Tomás Yarrington con Cavazos; y Eugenio con Tomás.
Por más mediocre que sea un político, una vez en el poder impone su propio sello y marca distancia con su antecesor, sin importar que éste lo haya hecho. Esa es una regla no escrita, que siempre se cumple.
A los morenistas de Tamaulipas no les queda más que esperar a que el tiempo de Cabeza se agote, pero de que cae, cae. Mientras tanto, el golpeteo incesante del gobierno del estado contra Morena, va a continuar.