Si lo que mueve a los políticos de México es el amor por su país, deberían de mostrar complacencia con la voluntad de los electores que hicieron posible que el pasado 2 de junio Claudia Sheinbaum Pardo ganara por amplio margen la presidencia de la República.
RECUPERAR LA CONFIANZA
Por Armando Maya Castro
Si lo que mueve a los políticos de México es el amor por su país, deberían de mostrar complacencia con la voluntad de los electores que hicieron posible que el pasado 2 de junio Claudia Sheinbaum Pardo ganara por amplio margen la presidencia de la República.
Pero además, deberían estar dispuestos a brindarle el apoyo para que a la primera presidenta de México le vaya bien a lo largo de su sexenio. Si a ella le va bien, nos irá bien a todos. Sheinbaum ocupará el apoyo de todos los mexicanos, incluso el de aquellos que no la favorecieron con su voto, para que juntos, por la vía pacífica, se pueda construir un país mejor en todos los sentidos.
Sé bien que es difícil pedirle eso a una clase política que vela casi siempre por sus intereses particulares y los de sus respectivos partidos. Pero también sé que existen políticos buenos, que colocan los intereses de la nación por encima de los suyos, estando dispuestos a dar sus mejores aportes en pro del bienestar de los habitantes de México.
El día que piensen menos en su parcela de poder, y más en lo que cada uno de ellos puede aportar en pro de la grandeza de nuestra patria, las cosas comenzarán a ser mejores. Cuando se produzca el cierre de filas con los funcionarios públicos que en lo sucesivo estarán al frente del país, de un estado o de un municipio, ese día la ciudadanía empezará a ver a nuestros políticos con buenos ojos.
No se trata de pedirle a la oposición que calle cuando se den casos verídicos de represión, corrupción y opacidad política, sino que levanten la voz impulsados por su anhelo de remediar la situación, en vez de ocupar un caso específico para llevar agua a su molino.
A todos nos ha quedado claro que México está harto de políticos como los que hubo en el tiempo de Enrique Peña Nieto (Nuevo PRI), marcados por la codicia y la desmedida rapacería, prácticas abominables que fueron en agravio de la economía de México, y que generaron, con justa razón, el enojo y la decepción de la ciudadanía.
Llevamos tiempo deseando que esto no se repita más, pero tristemente se vuelven a dar casos que generan decepción entre los mexicanos. Ojalá que la reciente lección que recibieron algunos organismos políticos en las urnas sirva para que todos los que viven del erario actúen en conformidad con las leyes. Estará de acuerdo conmigo en que esta es la única manera de recuperar la confianza de la ciudadanía.